
En esta técnica operatoria, se realiza una incisión longitudinal limitada (de 1 a 2 cm) en la palma de la mano, que permite al cirujano tener un control visual directo de las dos ramas del nervio mediano y sus variaciones anatómicas inherentes a cada paciente.
A continuación, la sección del ligamento por vía retrógrada (de la palma de la mano hacia la muñeca) se puede realizar de una forma segura con ayuda de un bisturí especialmente diseñado para proteger el nervio de cualquier herida involuntaria.
Esta técnica tiene la ventaja de no dañar los tejidos subcutáneos del talón de la mano, lo que favorece la comodidad postoperatoria del paciente en comparación con la cirugía clásica.
Sin embargo, tiene el inconveniente de que durante algunas semanas se deja una cicatriz, si bien reducida, en una zona útil para la prensión. Hay que señalar que, a partir del 10º día, esta cicatriz situada en un lugar donde la piel es relativamente gruesa puede presentar en ocasiones un aspecto ligeramente “laminado”, debido al desprendimiento de las capas más superficiales de la epidermis. El paciente puede tener, erróneamente, la impresión que la herida se reabre. La incisión se cierra con tres o cuatro puntos de sutura, que pueden ser reabsorbibles, y la cicatriz se cubre con un pequeño vendaje.
Esta técnica operatoria ofrece, después de tres semanas, los mismos resultados clínicos que una cirugía endoscópica. Además, la rapidez de aplicación, sin tener que usar la columna de endoscopia, y la reducción del tiempo quirúrgico permiten un control no desdeñable de los costes operatorios en los planes del seguro de enfermedad.
En 21 días, la recuperación del paciente es comparable a la de la cirugía mini-invasiva endoscópica por incisión en la muñeca.